Sunday, March 25, 2012

Recorte 1

Me parece idiota que digas "ojalá tu día mejore", porque tú, más que nadie, sabe que hace años que mis días no mejoran, tampoco empeoran, simplemente permanecen iguales siempre: sin esperanzas.

Hoy hice una analogía sobre lo que sucede entre tú y yo (no digo nosotros, porque hace años que el "nosotros" ya no existe):
Te esperé, con esa esperanza efímera que sólo existe cuando alguien dibuja un faro en medio del negro mar tumultuoso en el que vivo. Añoré que llegaras a mi lado, no importa cuán tarde fuera, ésta vez, prometiste llegar a tiempo. Y te creí, como lo hago cuando de veras confío en ti.
Pensé que llegarías hambriento, y como en aquél lugar en medio de la nada no hay dónde comprar más nada, te guardé parte de mi porción... y por si a caso no fuera suficiente, conducí hasta el pueblo más cercano para reabastecerme.
Y por supuesto, no llegaste.
Enviaste el funesto mensaje excusándote y sentí cómo todas esas minúsculas y cristalinas esperanzas que tenía sujetas entre telarañas dentro de mi mente cayeron al piso estrepitosamente. Se rompieron todas, claro está.

Es curioso que, hace años que siento lo mismo, te he estado esperando, pero en un sentido no tan literal.
Hace años que espero que regreses, y no haces más que excusarte y pedir disculpas, pero no llegas nunca.

Todavía recuerdo el día en que caí en cuenta que te habías ido, no sé si para siempre o no quise pensarlo así.
Era viernes.
Recuerdo cuánto dolor sentí esa tarde y cómo siguió quemando por la noche. Recuerdo cuánto dolía la humillación, la vergüenza, la incertidumbre.
Recuerdo cómo vi pasar una a una las horas. Lloré tanto, me dolía tanto en el interior que necesitaba llorar para que esa sensación se fuera. Pero no era así.
Lloraba y sentía que me desgarraba la garganta. Me sentía sola, desesperada... sentía que me habían abandonado de una forma muy humillante. Tenía tanto coraje en mi interior, pero no podía mas que desgarrarme la piel con las uñas, para que aquél dolor interno saliera a la superficie y dejara de perforarme el alma. En ratos, dejaba de llorar, porque mis ojos se habían secado, y el dolor reaparecía, entonces, me desnudaba y me hacía un ovillo, me recostaba en el suelo desnudo y frio, sintiendo cómo se helaba mi cuerpo. Deseaba morir en aquél momento, en aquella posición. Sentía cómo el calor abandonaba mi cuerpo, y el frío del suelo se apoderaba de mi interior, deseaba que se terminara el sufrimiento, quería morirme ahí...

Nunca pensé que la mañana fuera mejor. Y no lo fue.

Amaneció frente a mis ojos, hinchados y rojos de no dormir y de llorar interrumpidamente durante la noche.
A partir de ese día, la vida se volvió un infierno.

Desde entonces, he tenido la impresión de que todos los días, soy arrastrada a vivir una vida a la que ya renuncié, todos los días, me levantaba sin ánimo, sin ganas, sin una idea fija de para qué levantarse.
"¿Para qué levantarse si todo está perdido?" Pero aún así, me levantaba todos los días a continuar viviendo, sin saber qué esperar.
Pero me sentía devastada.
Mis sueños, mis ilusiones y mis esperanzas se habían ido con él.
Con él.
"Es increíble el poder que le has dado a él para fregarte la vida", me lo dijo una vez una psicóloga, que nunca pudo comprenderme. Entiendo el significado de lo que dijo, y entiendo el poder que le di.
Pero nunca pude renunciar a él.
Así que ideé que había muerto.
Lo creí con mi alma y me convencí de aquello, tal vez así pudiera superar una etapa de luto y continuar con mi vida.
Pero fue peor, es una idea horrible cuando la persona que ideaste muerta, a veces te llama por teléfono y va a tu casa.... va a casa a reconfortarte y ayudarte a que superes tu depresión.
"Ayudarte"... lo que él no sabe, o ignora o no le importa, es que realmente no te está ayudando, sino que te está hundiendo más.
Pero, no quiero que deje de abrazarme, ni de dejarme llorar en sus brazos. Quiero que permanezca conmigo, aunque en realidad esté llorando con él... por él.

(...)

No comments: