...sólo bajo la mirada, no digo nada porque no me alcanza el corazón ni el alma para pronunciar palabra. Me duele demasiado. Yo no lo quiero, pero mis ojos comienzan a humedecerse y las lágrimas no tardan en resbalar por mis mejillas....
El daño está hecho.
Cierro los ojos y desaparezco.
Ya no estoy aquí.
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