Friday, September 14, 2007

Sickness...

¿Cuánto dolor puede ocasionar una daga?
¿Cuánto masoquismo puede haber entre odiar el dolor que emana de las heridas y el gusto por salar la herida?
Lo odio.
Odio esa hoja filosa que nocturnamente araña mis brazos y piernas, odio ese recuerdo varado en la mitad de mis lóbulos cerebrales, sin moverse, sólo aturdiendo mis pensamientos, revolviendo mis ideas, agriando mi presente y turbando mi futuro... Pero no lo dejo ir.

Añado más dolor a las heridas, añado más salvajismo rociando con sal las leves hendiduras de la hoja sanguinolienta, sal de las lágrimas que evocan un recuerdo.
Enfermedad, psicosis.. Locura, tristeza, no puedo evitar esbozar una triste sonrisa al ver las gotas rojas de mi cuerpo lastimado manchar el piso, ver cómo esas espesas gotas se mezclan con las transparentes lágrimas saladas que brotan de mis ojos inundados del ayer, implorando misericodria, implorando redención. Mirando las caprichosas formas en espiral que forma la sangre y la lágrima mientras libran la batalla de unirse ó no.. de diluir un poco la vida que se me escapa de la piel con el agua que emana de mis ojos.

Dolor, un dolor odiado, pero inducido.. un dolor que sería fácil evitar, fácil hacer desaparecer.. pero que me rehúso, no podría soportar dejar de ver la sangre emanar de mis heridas, ver cómo de cada pinchazo brotan las espesas gotas.. ver cómo de la vena brota la sangre que llena la jeringa que irá a parar a mi refrigerador.. para recordarme que aún estoy viva.. que aún puedo sentir dolor, que aún puede ser roto mi corazón una y mil veces..
Que ésta no será la primera ni la ultima..
Para recordarme que el dolor no termina, hasta que la última gota de sangre salga de mi cuerpo.. y será cuando descanse, será cuando los recuerdos se liberen como ánimas del purgatorio..
Será cuando pueda olvidar el daño que fue causado.

nadH

Sunday, September 02, 2007

Ese lugar.

Cuentan que cuando un alma no cruza el umbral de la muerte, se queda en la tierra, y al quedarse aquí, siempre regresa al lugar que la hizo feliz, que le brindó seguridad, donde siente que no pueden lastimarla.

En el umbral de la vida, a un paso de la muerte, en esa zona sin nombre, derruída y quemada por los lamentos del hombre, por la resistencia del alma al no resignarse a morir, justo en la rivera del pobre riachuelo lodoso que separa la vida y la muerte, en medio de la soledad y el frío que brinda el cielo nublado, la ausencia de sol y la abundancia de lluvia ácida, tu bote espera, la decisión necesita apresurarse.. estás en el borde de la vida, a un paso de la muerte ¿deseas irte?..

NO, has decidido quedarte.

Poco a poco, todo tu alrededor se vuelve un remolino de imágenes, te aferras a la túnica gris que traes puesta, símbolo de tu pena por la tierra, el frío se acrecenta, el dolor aumenta, la tristeza es inmensa, pero has decidido no cruzar el umbral y quedarte aquí.
Poco a poco el paisaje desaparece, estás lejos del río y del paraje solitario y te encuentras de pie al lado de una transitada carretera. La tristeza es infinita, la soledad indescriptible, para tí en estos momentos, todo es gris, todo está nublado, todo es frío y cruel.
¿Qué harás ahora?
Sabes de un lugar que siempre te hizo feliz, sabes donde puedes encontrar la felicidad, un poco de luz que ilumine tu tristeza; huyes a refugiarte ahí.
Sí, sabes que ese lugar está habitdo, sabes que no sólo el lugar te hace feliz, sino también la compañía, la persona cuyo corazón aún late, y que aún vive ahí.

Llegas al hogar, sientes tan cálido, recuerdas tantos momentos, visiones alegres inundan tu cabeza, sentimientos de añoranza vienen hacia tí. El lugar está vacío, las luces apagadas, temes que te hayas equivocado, temes que la persona que buscas no este ahí.
Caminas buscando algún habitante y llegas a su habitación.
Está plácidamente dormido, el recuerdo que comenzaba a borrarse de tu memoria ha recobrado su fuerza al mirarlo nuevamente ahí, dormido. Observas cómo respira, más no pudes sentir su aliento ni el pulsar de sus latidos. Sientes un deseo enorme de acariciar sus mejillas, de recorrer su rostro, de besar sus labios, pero no puedes hacerlo, no tienes piel para sentir su piel, no tienes sentido del tacto, eres transparente y volátil ahora, casi tan denso como el mismo aire. Darías lo que fuera por sentirlo otra vez, su piel suave debajo de tus dedos, recorriendo su rostro con tus manos, pero no puedes. Sólo acercas tu mano inmaterial a su cuerpo y se cubre por el frío que emanas. Ya no podrás abrazarlo, ya no podrás besarlo. Te conformarás con una eternidad mirando, mirando cómo crece, cómo se despoja cada vez más de tu recuerdo.
No importa, con mirar su sonrisa y sus ojos cálidos es suficiente para poder sentir un poco de calor, para dar un poco de alegría a la tristeza que te invade.

Te recuestas ahí, al lado suyo, procurando no helar sus manos y pies, procurando no hacerle sentir frío en la nuca. Te aferras a su cuerpo intentando recordar cómo se siente dormir abrazado a alguien, intentando recordar cómo te abrazaba, cómo besaba tus mejillas antes de dormir, cómo se mantenía despierto sólo para contemplar cómo lentamente te dormías, cómo soñabas...
Decides quedarte para siempre con él, siendo su guardián secreto mientras viva.
Sabes que cuando él muera, se irá para siempre, sin saber siquiera que tú lo cuidaste, sin imaginar que estuviste con él toda su vida, morirá y tomará su propio camino, y te quedarás solo para la eternidad.

No importa, no importa mientras no te borren ese recuerdo, mientras su rostro no desvanezca de tus ojos, mientras su imagen no te sea robada, no importa estar una eternidad sin él mientras éste momento no sea borrado. Mientras puedas verlo crecer y acompañarlo todas sus noches, no importa lo que depara el destino. Mientras puedas estar a su lado toda su vida y dormir con él, no importa que estés solo después.
Mientras por ahora te permitan seguirlo amando, es suficiente.

Y así será, aún cuando él muera y su hogar sea destruido, aún cuando ocupen el espacio otras personas en otros tiempos, construyan otros hogares o aún cuando sea un ruin baldío, seguirás ahí, pues ese lugar es tu hogar, tu fuente de recuerdos, tu fuente de felicidad.

nadH.


*Sería mejor leer éste texto escuchando "Serenity" de Armin Van Buren.