Sunday, December 02, 2012

Si ya no estás tu... ¿pa qué?

Me imaginé muerta infinidad de veces. Ideé mi suicidio muchas, muchas veces. Hablé de morir, lo intenté, lo deseé, lo pedí. 
Escribí sobre el dolor de haber muerto, del dolor de las personas, de mi propio dolor al haber dejado el mundo y haber abandonado a la persona que amaba.
Jamás me imaginé que tendría que pasar yo por ese dolor. 
Yo tenía que morirme!! No tú!!
Yo era quien estaría fría, sin dolor, sin pensamientos, sin sentir nada!! Eras tú quien tenía que extrañarme! Eras tú quien tenía que llorar mi pérdida, no yo tener que llorar la tuya!.
Han pasado 6 meses y no he querido levantarme.
Dejé mi empleo, dejé de interesarme por la natación, por la capoeira, por la vida.
Dejé de lado mis amistades. Dejé de lado todo y me sumí en esta desesperanza en la que ahora vivo. Cerré las cortinas de mi ojos y decidí permanecer en esta oscuridad hasta que la muerte llegue por mi. No debe tardar mucho. A veces la escucho andar por aquí, secando mis labios, mis ojos y perturbando mi mente.
A veces, me hiero a mí misma para drenar no sólo la sangre, sino también con ella el dolor que tengo dentro de mi, el dolor y la amargura de no poder ver a mi amor ni una sola vez.
Es el peor castigo al que he sido condenada.
A veces conduzco sin rumbo., llorando por muchas horas y tratando de tranquilizarme, y llego a barrancos, a caminos sin salida donde permanezco en silencio, observando el vacío, pensando si lanzarme o no.
Hace poco dejé de alimentarme, dejé de beber agua. Mi garganta se cerró y me es imposible comer.
En las noches me tumbo en mi cama, sobre mi humedecida almohada y lloro por horas.... lloro sin poder encontrar un consuelo. Cuando él vivía, él enjugaba mis lágrimas y me abrazaba tan fuerte para protegerme del mal, para protegerme de todo lo que pudiera dañarme. El era mi protector, era mi escudo, era esa burbuja de amor y de cariño que podía amortiguar cualquier golpe. Podía dormir profundamente a su lado sin que nada ni nadie perturbara mi sueño.
A veces, cuando llegaba tarde a casa, lo encontraba dormido y me recostaba junto a él, acariciando su pecho desnudo. Podía acariciar sus labios, besarlos... y él me devolvía el gesto, me besaba con cariño y con pasión a veces, me mordía, acariciaba mi cuerpo tan sólo con sus labios.
El podía calmar mi preocupación, mi estrés, mi mal humor tan sólo con un besito.
Los primeros días después de su muerte, llegar a casa con el alma hecha pedazos y el dolor en mi corazón no podían apaciguarse con nada. Llegaba a mi habitación donde siempre lo encontraba dormido y no estaba. Me recostaba en nuestra cama vacía, donde ya nisiquiera su olor permanecía e imaginaba que él llegaba mágicamente y me abrazaba contra él, me besaba... Me quedaba dormida imaginando que él dormía a mi lado, pero al despertar, él no estaba aquí.
Visité su tumba una vez y me quedé contemplando su nombre inscrito en la lápida, con un sentimiento de vacío dentro de mi alma. 
Nada se compara a eso. No existe un sentimiento de vacío que se le parezca.
Mi amor. Mi amigo. Mi compañero. Mi vida entera.
Dejé sobre su nombre unas rosas blancas, mis favoritas, aquellas rosas que siempre quise que aparecieran en mi ataud, aquellas que se supone él debería haberme llevado a mi.
Siento que se han truncado todos mis sueños, se han desvanecido todos mis anhelos, mis ilusiones. La vida era un lugar mágico lleno de oportunidades, lleno de alegrías, de sueños ¿por qué te marchaste?.
En realidad, yo nunca me hubiera ido, nunca hubiera abandonado a mi amor. El prometió que haríamos tantas cosas. Prometió amor en la salud y la enfermedad... prometió amarme y respetarme...hasta que la muerte nos separó.
Abandoné todo, porque sin él, la vida no es vida, porque el dolor es tan fuerte que no puedo ya soportarlo.
A veces, estoy lúcida, pero no estoy bien. Me paso la mayor parte del tiempo durmiendo, sedada hasta los huesos para no lastimarme, para no llorar, para no despertar al infierno que es la vida sin él.

Quisiera saber si me escucha, si me ve, si se preocupa por mi. Quisiera pedirle que regrese, aunque sé que es imposible. Quisiera decirle que lo extraño con mi alma, que su muerte se llevó mi vida también.

Pronto será navidad, una navidad que no tiene caso vivirla. 
Si ya no estas tú en esta vida, si ya no respiras, si ya no me amas... entonces ¿pa qué?.

nadH

1 comment:

kainearthman said...

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