Sunday, December 19, 2010

Sacrílego

Es enfermizo. Sí, ya lo había pensado, ya me lo habían dicho.
Es aberrante y sacrílego si quieres, hacer una comparación con Dios mismo.

Dios no existe, a menos que seas tú...

Hace 9 años que conozco esa figura y me quedé prendada de él como un imán al metal, me atrajo a él, me fundí consigo mismo. No puedo despegarme mucho tiempo, no sobreviviría ni un par de semanas lejos de su cuerpo.
El tiene ese poder sobre mi, el poder de decidir la fecha exacta de mi muerte, el día en que la oscuridad reinará en mi vida y terminaré cayendo a un abismo. Tal como un dios lo haría.

Para obtener mi vida eterna, necesito comer de él. Saborear su carne con mi lengua, repasarla con mis labios, beber de él; su sangre, su saliva calman la sed en mi alma. Vivo para ello, vivo de ello. Mi cuerpo no podría soportar alimentarse de otra cosa que no sea su cuerpo, su vida me da vida, su alegría invade mi cuerpo a veces sin vida y regreso en sí.

Me alejo por un tiempo y experimento la muerte lentamente. Mis ideas huyen de mi cerebro, mis fuerzas se alejan de mi, el sopor y cansancio inundan mis ojos y envenenan mi mente, logrando finalmente que caiga, que no pueda levantarme otra vez... Vivo pero al mismo tiempo estoy muerta, carente de sentimientos, carente de emoción, sin voz ni llanto, sin un aliento que de un indicio de vida en mi, la felicidad se esfuma y todo parece tan lejano, mis ojos se secan y soy incapaz de ver el color del mundo, de sentir el viento por mis mejillas, de derramar ninguna lágrima. Mi corazón se contrae expulsando de sí todo grito de sangre, todo el dolor que es incapaz de soportar se derrama por mi pecho quemando mi piel, lastimando mi cuerpo.. mientras yo, silenciosa espectadora.. no puedo hacer más que observar...

En tanto él regresa con esa luz en su mirada, esa vida en su alma, ese sabor en sus labios... y me besa otra vez y me alimento de su vida y vuelvo a vivir, vuelvo a nacer, vuelvo a encontrar la felicidad perdida y a unirme nuevamente a su cuerpo, a fundirme con él otra vez...

Hasta que vuelva a perderme nuevamente, hasta que mi corazón muera de nuevo, presa de su capricho y su divinidad ridícula, como hacen los dioses.. jugar precariamente con sus siervos, otorgar vida para después quitarla a placer, otorgar felicidad para después dejar miseria y dolor.

Dios no existe, a menos que sea él...


Xkánda.

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