Tuesday, March 27, 2012

Recorte 3

Sigue atormentandome con su presencia porque yo se lo permito.
Me atrevo a decir que no sólo yo necesita de él... él también me necesita. He intentado cortar todo tipo de lazos con él, para que la herida sanara de una vez, para enterrar al muerto y punto, pero él llama, él pregunta, él me busca... y yo, simplemente no puedo negarme. No puedo. No quiero.
También sucede al revés.. tal vez la mayoría de las veces yo soy la que termina llamando, yo pregunto, yo lo busco. No puedo dejarlo. No quiero.

Mi comportamiento es absurdo. Es egoísta. Es ENFERMO.

Supongo que una relación así, es sumanente destructiva, pero no sé como dejarla. No quiero dejarla, lo admito.

Yo intento explicarme bajo mil excusas, pero no sé si alguien pueda comprenderme. Visité a una psicóloga por mucho tiempo y creo que no pudo hacerlo, no me ayudó con eso. Me hizo reconocer que era una obsesión, pero yo no lo etiquetaría de ese modo. He leído cientos de historias que hablan de amores obsesivos, enfermos y siento que no es mi caso. Tal vez dentro de muchos años, cuando lea ésto, diga lo contrario y acepte que era obsesión, pero por ahora, no.
Entre las historias que he leído, muchas hablan de "una razón de vida" y yo lo describo así: él es mi razón de vida.

Hay personas paras quienes su razón de vida son: sus hijos, sus padres, su empleo, su profesión, sus viajes, su religión, etc., no sé, cosas así. Para mi, es él.

Suena egoísta, pero todas las personas están aquí por alguien, o gracias a alguien. Se levantan por las mañanas siguiendo su sueño, sus anhelos, he escuchado a muchas personas decir que la razón por la que viven, por la que trabajan, por la que aguantan a un mal jefe, por la que aguantan un mal salario, es por sus hijos; ¿por qué se les hace raro o egoíesta que la razón por la que yo hago todas las cosas anteriores, sea por él? Me dicen que luche por mi, que lo haga por mi ¿por qué no le dicen lo mismo a las personas que lo hacen por sus hijos?. Tan fácil resulta ¿no?.

Yo considero mi propia vida, normal: me levanto por las mañanas, voy al trabajo, hago ejercicio, voy de compras, estoy con mi familia, etc, etc, etc... pero eso no me hace completamente feliz, esas son cosas que la gente hace y ya; sin embargo, él me hace sentir viva, él hace que los días valgan la pena, por él mi vida tiene un sentido, una misión, un objetivo. Soy feliz con él porque soy simplemente yo, porque hablar con él es transportarse a un universo perfecto, donde la paz reina, donde todo al rededor flota y no existe nada más que él y yo, porque me comprende en todas las formas que pueda imaginar, porque aún cuando no hablemos con la boca, nos entendemos con el cuerpo, con la mirada, con el pensamiento. Un abrazo suyo es aquél lugar donde el miedo no existe, donde las dudas se disipan, donde la seguridad prevalece y donde podría jurar que nada malo puede pasar. Él y yo somos la imperfección complementaria.
Siempre he creído esas historias cursis de que el alma gemela existe. Alguna vez llegué a pensar que la magia existe, que las vidas anteriores existen, que el destino existe, y por muy tonto o ridículo que suene: yo creo que él es mi alma gemela, esa que fue creada de una misma estrella, de una constelación igual, que viajó miles de kilómetros desde el espacio para dispersarse en la tierra, y corrió la suerte de que su esencia, su semilla cayera en el mismo país, en el mismo estado, en el mismo municipio... y hasta en la misma colonia.

No importa si se rien de mi, sé que él no es perfecto, al igual que yo no lo soy. Pero lo he aceptado con toda su imperfección, con sus errores y sus fallas.

(...)

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